Show con guitarra flamenca en Granada

No se entiende el flamenco sin el acompañamiento de la mundialmente conocida guitarra española y su característico ‘toque’. Tampoco se concibe una guitarra sin el trabajo de los guitarreros, un arte centenario que vence el paso de los años y todavía perdura en nuestra ciudad.

Por sus manos pasan las guitarras flamencas que ponen los acordes más ligados al flamenco. El toque no está exento de una técnica depurada, desde el picado hasta el tremolo, pasando por el rasgueado o alzapúa.

El malogrado Paco de Lucía llevó la guitarra flamenca por todo el mundo. En la actualidad, Tomatito, Manolo Sanlúcar, Vicente Amigo o Pepe Habichuela, representan lo mejor de la guitarra española.

Ellos han sido y son ejemplo para muchos de los guitarristas o ‘tocaores’ de Granada, incluyendo como no podía ser de otra manera, el Sacromonte, cuna flamenca por excelencia. En Tablao La Alboreá disfrutamos de los mejores: Rafael Fajardo, César Cubero, José ‘El Pirata’, Manuel Carmona, Camarón de Pitita, Kiki Corpas y en ocasiones puntuales, el gran Jerónimo Maya.

Nuestros espectáculos en Granada incluyen guitarra flamenca en directo

Sumergirse en nuestro espectáculo de guitarra flamenca en Granada es dejarse llevar por las manos maestras que arrancan de seis cuerdas todo un universo de sensaciones. El rasgueo vibrante, el picado preciso, la armonía sofisticada… cada elemento técnico se transforma en pura emoción cuando resuena en nuestro tablao.

La guitarra es el corazón rítmico del flamenco, el andamiaje sonoro sobre el que se construye todo el arte jondo. En La Alboreá, le otorgamos el protagonismo que merece, no solo como acompañamiento del cante o del baile, sino como voz con entidad propia. Nuestros guitarristas llevan el compás, marcan los tiempos, pero también dialogan, conversan y hasta discuten musicalmente con cantaores y bailaores, creando esa química única que solo existe en el flamenco.

Cada noche, la música flamenca en directo que ofrecemos se convierte en un viaje sensorial: desde el sollozo melancólico de una taranta hasta la explosión festera de unas bulerías, pasando por la profundidad armónica de una soleá o la sofisticación rítmica de una alegría. Todo ello en un espacio donde la acústica natural permite apreciar hasta el más sutil matiz de cada nota.